MÁS PEGAJOSA QUE "DESPACITO"


Saludos desde la ciudad-estado de Singapur, uno de los países más limpios, organizados y prósperos del mundo. Me encuentro aquí con mi familia y un grupo de estudiantes de la universidad donde estudio. Vinimos a participar en un campamento para jóvenes y una semana de oración organizados por la San Yu Adventist School, una escuela con enfoque misionero donde el 99% de sus estudiantes vienen de hogares no cristianos. 

La gran mayoría de los estudiantes de este centro educativo son extranjeros procedentes de China, Laos, Vietnam, Indonesia, Corea del Sur, Tailandia y Camboya. Cuando se dieron cuenta que algunos de nosotros somos hispanos nos pidieron que les enseñáramos la canción “DESPACITO”. Después de reírnos, respondimos que como ellos ya se sabían “DESPACITO” preferíamos que se aprendieran una que ellos no conocieran y entonces les enseñamos la canción “ÉL PUEDE”. Teníamos ventaja de que ya estaban familiarizados con la versión en inglés (“He’s able”).

Fue gracioso e interesante ver a estos chicos asiáticos cantando con entusiasmo en español. Después de cantar varias veces nos concentramos en enfatizar el significado de esta línea: “Él puede, Él puede, yo sé que Él puede, yo sé que mi Jesús me hará vencedor”.

Permíteme compartir contigo lo que le explicamos a estos muchachos: Muchos de nosotros logramos cambiar y crecer en varias dimensiones de nuestras vidas aparentemente por cuenta propia. Tal vez hemos estamos experimentando éxito en las áreas académica, profesional, social y financiera. Pero cuando intentamos cambiar nuestro corazón, vencer nuestros pecados secretos o cambiar nuestro carácter usando la misma disciplina y fuerza de voluntad que nos ha funcionado en otras áreas, pronto descubrimos que no funcionan. Es en esos momentos cuando más necesitamos reconocer que aunque nosotros no podemos, ÉL PUEDE. Elena G. De White lo dijo de esta manera:

«La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su propia esfera, pero no tienen poder para salvarnos. Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre desde el interior, una vida nueva de lo alto, antes que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Únicamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraer ésta a Dios, a la santidad»  (El Camino a Cristo, p 18).

Tanto mis nuevos amigos asiáticos como tú y yo necesitamos recordar diariamente que, a pesar de nuestra debilidad, podemos experimentar la victoria verdadera porque ÉL PUEDE.

Aneury Vargas Ramírez
Singapur, 7 de julio de 2017

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