CUATRO DÉCADAS: CUATRO + UNA LECCIONES
Feliz Nuevo Año, mis queridos amigos y amigas.
El año pasado cuando cumplí los 40 años, pensé en compartir
con mis amigos más jóvenes una lección por cada año vivido. Pero mi esposa me convenció de que nadie
leería una reflexión tan larga. Bueno, hace unas horas cumplí un año más de
vida, pero esta vez decidí escoger solo cuatro principios de las muchas lecciones que la vida me ha enseñado durante
las cuatro décadas que Dios me ha concedido. Decidí añadir una quinta lección que
espero no olvidar ahora que he iniciado oficialmente mi viaje hacia la quinta
década de mi existencia. Después de mucha reflexión y oración, estas son las
cinco lecciones que decidí compartir contigo:
1.
Es una gran
bendición que Dios no nos conceda todo lo que le pedimos o deseamos. Cuando
miro hacia atrás y pienso en todos los proyectos frustrados, en todas las
puertas cerradas y en las muchas oraciones no contestadas de la manera que yo
quería, solo puedo exclamar ¡Aleluya!
Confirmo que Dios es demasiado sabio para darnos todo lo que le pedimos
y demasiado bueno para negarnos lo que realmente necesitamos. Dios ve el cuadro
completo, nosotros no.
2.
Enfocar nuestras
acciones, actividades y proyectos con el fin de impresionar, vengarnos o
competir con otros es la forma más tonta de desperdiciar tu vida. En la
mayoría de los casos, las personas con quienes competimos o a quienes tratamos
de impresionar son gente que no nos caen bien. ¿Por qué habríamos de dedicar
tanta energía emocional a esas personas cuando lo más importante es colaborar
con el plan de Dios para nuestras vidas? Cuando nos concentramos en nuestros
“enemigos” o “competidores” descuidamos a las personas que son realmente
importantes en nuestras vidas, o peor aún: descuidamos el propósito del Creador
para nosotros.
3.
Nunca debemos
permitir que los cristianos nos alejen de Cristo. He conocido a muchas personas que se han
alejado de Cristo, o que no han entregado sus vidas a Él a causa del mal
testimonio de algunos cristianos. Esa es una reacción muy humana, pero poco
sabia e incluso injusta. Es cierto que los seguidores de Cristo estamos llamados
a representar al Señor Jesús, pero muchas veces esto no ocurre. No es justo que
rechaces a tu Salvador o que te alejes de Él por lo que otros pecadores han
hecho o han dejado de hacer. Algunos se
apartan del cuerpo de creyentes, pero sin la intención de apartarse de
Dios. Estas personas pronto descubren
que no se puede (en el sentido bíblico) vivir la vida cristiana a solas. Necesitamos
a otros y otros nos necesitan para permanecer y crecer en Cristo. No permitas
que los cristianos te alejen de Cristo. Recuerda que ningún éxito profesional,
académico, social o material podrá jamás llenar el espacio que solo el Salvador
puede llenar. Es imposible experimentar la vida presente a plenitud y alcanzar
la vida eterna sin una comunión íntima con Él.
4.
En la mayoría de
los casos, las inclinaciones del corazón y los deseos del cuerpo nos conducen
al puerto equivocado. Contrario a lo que enseña la cultura popular por
medio de las novelas, la música y las películas, la experiencia enseña que en
la vida real quienes hacen de los sentimientos de su corazón y los deseos de tu
cuerpo la guía suprema de sus vidas disfrutan (a veces) el momento actual, pero
a la larga tienen que pagar un precio muy alto. Me parece que la mayoría de
nosotros estamos conscientes de que los pedidos del cuerpo y del corazón están
en conflicto con lo que sabemos que es correcto. Aunque Dios está siempre
dispuesto a perdonarnos, las consecuencias de nuestras decisiones tontas nos
persiguen por un largo tiempo. No temas someter a Dios tus impulsos, emociones
e instintos. Lejos de reducir tu felicidad, andar en los caminos de Dios trae
alegría verdadera.
5.
El plan de Dios
para nuestra vida está escrito a lápiz, no con tinta indeleble. Dios
quiere pasar la eternidad contigo en su Reino venidero, pero también tiene un
plan para tu vida presente y está dispuesto a revelarte su plan de diferentes
maneras. Como queda ilustrado con la historia de José, ni el enemigo más poderoso
ni las circunstancias más adversas pueden impedir el cumplimiento del plan de
Dios para ti. Solo hay una persona que
puede echar a perder el propósito divino para tu vida: tú mismo. Dios escribió tu destino con letras firmes,
pero no lo escribió con tinta indeleble, sino a lápiz. Es decir, Dios desea lo
mejor para ti, pero no te quita la libertad de elección. Por medio de la
desobediencia y la rebeldía puedes borrar el plan que Él diseñó para ti; pero
también tienes la oportunidad de colaborar con tu Creador para el cumplimiento
de ese plan. Esto es posible cuando estás dispuesto o dispuesta a someter cada
dimensión de tu vida a su señorío.
Como dice el refrán, «Cualquier tonto puede aprender de sus propios errores,
pero los sabios tienen la capacidad de aprender de los errores ajenos».
Escribí esta reflexión principalmente con los lectores más jóvenes en
mente. Si eres joven aún, tienes dos opciones: esperar cumplir 40 años para
aprender estas lecciones por cuenta propia, o aprender de los que ya las
aprendimos por medio de los tropezones y el sufrimiento. ¿Cuál escoges? Es mi
oración y deseo que escojas sabiamente.
Aneury Vargas,
AIIAS, Cavite, Filipinas
12 de enero de 2017
12 de enero de 2017
Bendiciones Pastor, mi aprecio siempre para usted. Me inspiró mucho este artículo, lo compartí con otros colegas jóvenes. Espero verle pronto y saludarle.
ReplyDeleteExtraordinario, muchas gracias mi pastor.
ReplyDeleteGracias por sus palabras querido pastor, en mi vida de cristiano e visto como otros que se llaman cristianos hacen que nuevos y viejos creyentes salgan del camino, tambien en mi propio caminar e cometido muchos errores pero como usted escribio Dios siempre esta dispuesto a perdonarnos, gracias a El por eso.
ReplyDeleteDios le bendiga pastor, se le aprecia de este lado del mundo, un abrazo, le responde Moises Medrano.
Bendiciones Pastor, agradecido de sus consejos, espero pronto verlo y saludarlo. Orare por su familia. Me gustaría contactarlo mas adelante, quiero hablar con usted.
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