NO CONFUNDAS AEROPUERTO CON DESTINO FINAL

Todo ocurrió el lunes 31 de agosto de 2009. Era nuestro primer viaje largo como familia. Nuestro viaje de Santo Domingo a El Cairo se tomaría casi un día completo.  Nuestro primogénito Abdiel tenía 4 años y Cindy acaba de cumplir 2 años.  Después de 8 horas de vuelo, hicimos escala en suelo europeo. A causa de los preparativos del viaje, lo largo del vuelo y el cambio de horario, mi esposa y yo llegamos a Madrid agotados y con mucho sueño. Los niños (que habían dormido todo el vuelo) estaban muy despiertos y activos.

La escala resultó más estresante de lo planeado.  Tendríamos que esperar 10 horas por el vuelo que nos llevaría a Egipto. El aeropuerto de Barajas (Madrid) no me pareció nada amigable. Todo era extremadamente caro, los empleados se mostraban poco amigables y para colmo los asientos parecían estar diseñados para evitar las “pavitas”.  Todo era una mezcla de estrés, agotamiento y sueño. Las primeras horas fueron terribles hasta que ocurrió un milagro. No puedo llamarlo de otra manera.  

El milagro no consistió en un cambio de circunstancias. No. Todo seguía igual. El milagro ocurrió en nuestra mente cuando mi esposa y yo nos pusimos a pensar que toda aquella incomodidad era pasajera. El aeropuerto no era nuestro destino final. Nos encontrábamos allí solo de pasada y dentro de un par de horas estaríamos en nuestro nuevo hogar en Egipto. Ese cambio de actitud hizo toda la diferencia.  Pensar en lo que nos esperaba nos dio una nueva perspectiva que nos capacitó para lidiar mejor con nuestra inevitable situación.

Tal vez muchos de los que leen estas líneas están pasando por algún tipo de tribulación o dolor. Tal vez los problemas te han llevado al borde de la desesperación.  Quizás la solución a tus problemas no se encuentra en el futuro cercano, pero si eres creyente en el Señor y en su Palabra recuerda que no estás solo. El nunca prometió que el camino estaría libre de obstáculos, pero sí prometió que, aunque pasemos por el valle de sombra de muerte, no necesitamos temer porque Él está con nosotros (Salmo 23:4).  Es oportuno recordar las palabras escritas por el apóstol Pablo: «De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros» (Romanos 8:18).

Si sientes que no puedes soportar más, recuerda que este mundo es solo una escala. Nuestro destino final es el Reino de nuestro Padre. Mantener esta promesa en el corazón nos dará fuerza y ánimo para enfrentar los desafíos «mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:13).

Me despido compartiendo una preciosa canción compuesta e interpretada por mi esposa. Se titula “Nunca desmayes”: https://www.youtube.com/watch?v=q1CYfdJS4Ac
Aneury Vargas, Filipinas, 12 de marzo de 2016. 


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