MI VIDA ES MÍA Y HAGO CON ELLA LO QUE ME DÉ LA GANA

MI VIDA ES MÍA Y HAGO CON ELLA LO QUE ME DÉ LA GANA


Dentro de poco cumpliré 40 años y me ha tocado ver y escuchar muchas cosas interesantes durante estas cuatro décadas.  En esta ocasión quisiera reflexionar sobre una expresión que he escuchado en diferentes formas en casi todos los lugares y épocas que he vivido. He oído a niños y adolescentes usarla con sus padres y maestros. La he escuchado de adultos decirla a sus amigos. También he sabido de hombres y mujeres que le dicen sus cónyuges:

“Mi vida es mía y hago con ella lo que me dé la gana”

No es mi intención sermonear ni condenar. Solo quisiera reflexionar sobria y fríamente, e invitarte a hacer lo mismo. ¿Es realmente cierto que nuestra vida es nuestra y que podemos hacer con ella lo que nos dé la gana? ¿Qué ocurriría si todo el mundo creyera esto y viviera en conformidad con esta filosofía?

Stephen Covey dice que hay tres actitudes básicas que uno puede adoptar frente a la vida: En primer lugar está la dependencia, esto es vivir dependiendo siempre de la opinión, la aprobación, la ayuda y el permiso de los demás. La segunda es la independencia, o sea, perseguir la “libertad”, la emancipación, hacer lo que queramos hacer sin depender del permiso, la ayuda o la aprobación de otros.

Pero el Dr. Covey define a las personas verdaderamente maduras como aquellas que reconocen que ni la dependencia ni la independencia los llevarán a disfrutar al máximo de la vida ni a cumplir el propósito más sublime de la existencia. Es la interdependencia lo que lo nos ayuda a crecer como seres humanos y vivir la vida al máximo. Quiero sugerir que la esencia misma de la realidad es la interdependencia, es decir todo lo que hacemos afectará inevitablemente a otros, de la misma manera que nuestra vida ha sido impactada por las decisiones que otros han tomado.

En la vida real lo que ocurre es que cuando una persona “hace con su vida lo que le da la gana” otros sufren las consecuencias. Los padres y los amigos verdaderos sufren cuando te ven tomar el camino de la rebeldía. La mayoría de los rebeldes no tienen los recursos para financiar su estilo de vida “independiente” de modo que otros tienen que pagar por sus caprichos y libertinaje. Y aún muchos de aquellos que producen dinero suficiente para vivir, vestir y gastar según su voluntad, con frecuencia están dejando de pagar deudas morales y financieras hacia sus padres, cónyuges e hijos.  

También están los que abandonan el trabajo o los estudios para vivir una vida “libre” sin pensar que están desperdiciando todo lo que se ha invertido en ellos, y están condenando a sus futuras parejas e hijos a vivir mediocremente, o peor, tal vez miserablemente.

Por otro lado, los que creen que pueden hacer con su cuerpo lo que les dé la gana, olvidan que al embarazar a una muchacha están perjudicando dos vidas para siempre. Las muchachas que salen embarazadas fuera del matrimonio, están alterando la vida de sus padres y hermanos quienes tendrán que hacerse cargo tarde o temprano. Pero aquellos que se “cuidan” para evitar el embarazo están robando algo valioso y precioso que no les pertenece.  Están impidiendo que sus futuros cónyuges tengan el privilegio de casarse con una persona virgen, reservada especialmente para la ocasión.

Asimismo, los que destruyen su cuerpo con hábitos dañinos no podrán mantenerse fuertes para siempre. ¿Quién crees que tendrá que cuidarte cuando estés en cama? ¿Quién tendrá que comprar los medicamentos? ¿Quién pagará el funeral?  Son tus padres, tus hijos y tus seres queridos quienes terminarán enfrentando los resultados, de la misma manera que tú has visto cómo las decisiones egoístas de otros te han afectado a ti.  El costo que ellos tendrán que pagar por ti será no solo financiero, sino también emocional y espiritual. El dolor desgarrará sus corazones.

Como puedes ver, nuestra vida se puede comparar a los olores y los sonidos.  Aunque tu cuerpo es "tuyo", cuando tienes un olor fuerte (agradable o desagradable) eso afectará a los que están a tu alrededor. Igualmente, cuando estás escuchando música o viendo una película o un videojuego con el volumen alto, eso también inevitablemente repercutirá sobre los que están cerca de ti. 

Aunque vivamos “libremente” con el plan de madurar o arrepentirnos más tarde, no podremos controlar cómo nuestro estilo de vida impactará a los más chicos y jóvenes.  Aunque cambiemos de rumbo más adelante en la vida, la influencia de nuestras decisiones erróneas podrían haber echado a perder a generaciones jóvenes a causa de nuestro mal ejemplo. 

Espero haberte convencido de que en realidad tú vida no es tuya y que no puedes hacer con ella lo que te dé la gana sin afectar también la vida de otros.  Como ves, tu vida no solo es tuya. También le pertenece a aquellos que te aman y te necesitan. Pero hasta aquí he hablado en términos puramente humanos.

Permíteme concluir recordándote una verdad que ya conoces. Las Sagradas Escrituras afirman que somos creación especial de Dios (Génesis 1:26-27) y que también fuimos redimidos con la sangre de Cristo (1 Corintios 6:19-20).  De modo que le pertenecemos a Dios dos veces: primero porque nos creó y luego porque nos compró con su sangre. Solo encontrarás el gozo y la satisfacción verdadera cuando reconozcas que tu vida le pertenece a él y se la entregues por completo cada día.  ¿Por qué no comienzas hoy mismo?  Dios te bendiga.

Aneury Vargas,
Cavite, Filipinas
10 de octubre de 2015



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