SITUACIÓN DOMINICO-HAITIANA: LA OPINIÓN DE UN IGNORANTE


El 20 de febrero dos haitianos fueron acusados de asesinar a una pareja de dominicanos en Pedernales. Como era de esperarse, la comunidad quedó indignada y enfurecida. Las redes sociales también se llenaron de expresiones de indignación y resurgió el espíritu nacionalista de muchos cibernautas quisqueyanos. Las cosas se complicaron más cuando un grupo de moradores de ese pueblo fronterizo dio un ultimátum de 24 horas para que todos los haitianos residentes allí abandonaran el país. El ejército dominicano tuvo que intervenir para evitar una desgracia.

Por esas casualidades e ironías de la vida, una semana más tarde, el 27 de febrero, el mismo día que RD conmemoraba el 174º aniversario de su independencia nacional, la dominicana Ana Julia Quezada cometía un horrendo crimen al estrangular a un niño de 8 años y luego esconder el cadáver. El triste acontecimiento tuvo lugar en el sur de España. La nación española quedó también indignada porque la confesa asesina (madrasta del menor) duró varios días “llorando” por la desaparición del niño y se unió a los grupos de búsqueda. Días más tarde la dominicana confesaba que ella misma había asesinado al niño y escondido el cuerpo.

Fue entonces cuando algunos quisqueyanos dieron evidencia de hasta dónde pueda llegar el nacionalismo. Comenzaron a esparcir por las redes sociales la infundada información de que la asesina dominicana era en realidad una haitiana que había adquirido documentos dominicanos antes de emigrar a España. Se quiso insinuar que solo un haitiano sería capaz de hacer algo así, o que siendo que Ana Julia es negra, tiene que ser necesariamente haitiana. Como la gente ignorante tiene la costumbre compartir por WhatsApp y Facebook todo tipo de información sin antes confirmar su veracidad, la falsa noticia se esparció rápidamente.

Pero, aunque fuera cierto que Ana Fulana fuese haitiana (lo cual no es el caso), todavía nos queda un hecho más contundente que nos recuerda que no todos los dominicanos que viven en el exterior son ciudadanos ejemplares. Estados Unidos deporta cada año más de 2,000 dominicanos después que éstos cumplen su condena en cárceles norteamericanas por crímenes tales como narcotráfico, asesinato, robo, agresión sexual, fraude y otros. La abogada Ángela Fernández, especialista en inmigración, estima que, desde 1996 hasta le fecha, Estados Unidos ha deportado unos 60,000 dominicanos. 

¿Significa eso que la mayoría de los dominicanos residentes en Estados Unidos son delincuentes? ¡Por supuesto que no! Por alta que parezca esa cifra, sería injusto que alguien insinúe que esta minoría representa a los casi 2 millones de dominicanos o sus descendientes que, según el Pew Research Center, viven en territorio norteamericano. ¿Cómo nos sentiríamos si los estadounidenses o los españoles se dedicaran a esparcir en las redes sociales que la mayoría de los dominicanos son criminales o que la mayoría de las dominicanas son prostitutas? La mayoría de los dominicanos que yo conozco que viven en Estados Unidos (sean ciudadanos, residentes o indocumentados) son personas trabajadoras.

Estoy MUY de acuerdo con quienes ven la inmigración ilegal haitiana como un problema grave que requiere una solución urgente. Para mí, es una bomba de tiempo que puede detonar en cualquier momento y que provocaría la pérdida de muchas vidas humanas inocentes. Ojalá que las autoridades de ambos lados de la isla hagan algo al respecto. Mientras tanto, quisiera apelar a la conciencia de mis compatriotas para pedirles que no generalicemos cuando algunos inmigrantes haitianos cometan actos de fechoría. No es justo que gente inocente, cualquiera que sea su estatus migratorio, tenga que sufrir burlas, discriminación, o amenazas porque algún conciudadano suyo haya incurrido en alguna acción grave. Mi punto es que hay personas buenas y malas en todos los países. Hay que evitar la generalización. 

Quisiera compartir algunas sugerencias sobre la situación dominico-haitiana. Aclaro que no soy ni político, ni militar, y mucho menos experto en relaciones internacionales. Soy pastor y maestro, así que al hablar de este tema estoy nadando fuera de mis aguas. Reconozco que soy un ignorante en la materia. Sin embargo, al notar que tantas personas mucho más ignorantes que yo hablan sobre este y otros tópicos como si fueran expertos, me he animado a expresar mi opinión en las siguientes palabras:

1.     Toda discusión sobre el tema debe diferenciar entre tres grupos distintos: (a) los haitianos indocumentados, (b) los empleados y estudiantes haitianos con estatus legal, y (c) los dominicanos de origen haitiano. Son tres grupos muy diferentes de la misma manera que los dominicanos que viven en Puerto Rico, Nueva York, o España podrían dividirse entre dominicanos indocumentados, dominicanos con estatus legal y ciudadanos españoles o estadounidenses descendientes de dominicanos.

2.     Sería muy interesante que quienes amamos nuestra nación añadiéramos a nuestra preocupación por el tema migratorio, una preocupación igualmente seria por otros factores que son igualmente preocupantes y que deberían tocar las cuerdas nacionalistas de nuestro corazón. Estoy pensando en (a) la corrupción y la impunidad, (b) la inseguridad y la delincuencia, (c) el consumo y tráfico de drogas, (d) la pobreza y la desigualdad, y (e) la deficiencia en nuestros servicios en el sistema de salud y de educación.

3.     También quisiera recordar que cualquier progreso o fracaso que ocurra en un lado de la isla, inevitablemente afectará el otro lado. Esto incluye los aspectos sanitarios, medio-ambientales, políticos, económicos y sociales. Cada semana leo los principales periódicos de República Dominicana y de Haití. He llegado a la conclusión de que, a pesar de la gravedad de la situación socio-económica de Haití, en realidad ambos países sufrimos de males parecidos. Aunque no es posible ni necesario tratar de unificar la isla para convertirla en una nación, siendo que ambos pueblos estamos destinados a vivir lado a lado por el resto de la historia, ganaríamos mucho más por medio de la cooperación que por medio de la confrontación.

Finalmente, me dirijo a todos aquellos que se consideran discípulos de Señor Jesucristo para pedirles que ante la posibilidad de que surjan nuevas tensiones entre haitianos y dominicanos, decidan ser parte de la solución y no del problema. La historia reciente de la humanidad ha demostrado que el nacionalismo y el etnocentrismo son bebidas muy embriagantes. La participación y/o el silencio de tantos cristianos en el holocausto judío y en el genocidio de Ruanda son una mancha indeleble en la reputación del cristianismo moderno.  Como cristianos dominicanos, recordemos nuestra elevada vocación a ser la luz del mundo y la sal de la tierra.


Aneury Vargas,
21 de marzo de 2018 

Comments

  1. Una excelente reflexión al tema Dominico haitiano. Tienes dotes de escritor. Felicidades apreciado líder. Dos observaciones en la redacción del texto:
    1. Pero, aunque fuera cierto que Ana Fulana es (fuese) haitiana (lo cual no es el caso).
    2. Aclaro que no soy ni político, ni militar, y mucho (menos) experto en relaciones internacionales.

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