POR QUÉ LA VIRGEN MARÍA ME CAE BIEN
Mi primeros contactos con ella ocurrieron cuando yo tenía unos 9 años. Mi papá estaba desempleado y se ganaba la vida haciendo chiripas y rifando en el barrio; pero mi viejo, además de alcohólico también estaba metido en juegos de azar, así que nunca salíamos de problemas financieros. Teníamos en casa una imagen de la Virgen María en la que ella aparecía con una mirada tierna mientras sostenía al niño Jesús en sus brazos. Papi no le rezaba a la Virgen. Solo le prendía velas, le ponía flores y le ponía agua, pero nos dejaba a mí y a mi hermanito la tarea de rezar ante al cuadro de la Virgen. ¿Por qué? Papi creía que María nos escucharía a nosotros porque—según él creía—éramos niños inocentes. Aunque la mirada maternal de la imagen me enternecía, a pesar de mi corta edad, yo tenía algunas dudas y preguntas. En primer lugar, yo sabía muy bien que mi hermanito y yo no éramos inocentes; luego estaba la curiosidad de por qué había que orarle a una imagen, pero mi principal pregunta ...