COMO VOLCANES PASIVOS
Cuando era muchacho escuché incontables veces que "a los amigos se los ama con su vicio". Creyendo en esa idea en una ocasión mi hermano Moreno y yo le dimos a nuestro viejo una botella de ron Brugal como regalo del Día de los Padres. Pero cuando me convertí en cristiano unos años más tarde, cambié de opinión. Llegué a la conclusión de que cuando se ama a alguien de verdad uno no puede quedarse tranquilo mientras ve a sus seres queridos manteniendo hábitos de autodestrucción. Uno sigue amando incondicionalmente a la persona, pero anhela verla en otra condición. Un día leyendo el periódico me enteré de que existía una institución llamada Alcohólicos Anónimos que se dedicaba a ayudar a las personas a vencer el alcoholismo. Sabía que mi padre necesitaba urgentemente ser ayudado, pero también sabía que él jamás acudiría voluntariamente a un lugar como ese. Para él, el alcohol era un amigo, no un enemigo. Se me ocurrió entonces llamar a las oficinas más cercanas de Alcohólic...